La peregrina Carlota Valenzuela, 6.000 kilómetros y un sueño: Tierra Santa
Una historia increíble. De pocas maneras más se puede definir este episodio de la vida de Carlota Valenzuela, que con tan solo 29 años -ahora 30- empezó un espiritual viaje de peregrinación el pasado 2 de enero de 2022 en Finisterre con una cruz roja marcada en el mapa, su objetivo, donde tenía que llegar: Israel, en Tierra Santa. Ahora, ya ha llegado. Ya está en Israel.
Esta joven granadina tenía que hacer este peregrinaje sola -así sintió que debía hacerlo- y sobre sus propios pasos, recorriendo la astronómica cifra de 6.000 kilómetros para llegar al otro lado del Mediterráneo. Una hazaña al alcance de muy pocos. Pero Carlota ha podido hacerlo gracias a su fe, fortaleza y tenacidad. Sobre esta experiencia única en la vida, Valenzuela dice que “ha sido una apertura de mente impresionante de cómo cada uno vive su espiritualidad. No solo he aprendido, también he empatizado y respetado. Esto es un aprendizaje maravilloso”.
Además de los 6.000 kilómetros y los más de 10 meses de viaje, hay otra cifra imprescindible del viaje de Carlota: los centenares de personas anónimas que la han ayudado en su travesía, ofreciéndole cobijo y comida. “Está siendo uno de los grandes aprendizajes del camino. La gente está más predispuesta a ayudar que a hacer algo malo. Por eso, no tengo miedo de hacer esto sola, primero, porque Dios está conmigo y después, porque teniendo sentido común en algunas situaciones… Yo, de verdad, he encontrado manos amigas y no gente con intención de hacerme daño”.
A lo largo de su camino -recorrer miles de kilómetros sola y a pie no es fácil, aunque ella no quiere focalizarse en esta parte – Carlota Valenzuela ha conectado con su fe y espiritualidad, ya que fueron precisamente estas últimas las que la llamaron a hacer este viaje. Una peregrinación de 311 días que también le ha servido para reflexionar sobre el papel de los jóvenes como ella y la religión. Su opinión es que “la gente joven no tiene la religión olvidada, hay jóvenes haciendo cosas maravillosas y no creo que sea algo olvidado. Creo que ha mutado de ser algo más vinculado a la tradición a serlo por elección y esto es algo sanísimo”.
Todo viaje tiene un final y el de la granadina estaba claro desde el principio: Tierra Santa. Pero sobre qué espera encontrarse allí, la joven no lo tiene especialmente claro “voy abierta a recibir todo lo que Tierra Santa vaya a darme; con las manos y el corazón abierto a recibir lo que me tenga que dar. Nunca he estado antes allí pero ya tengo amigos. Mis planes son peregrinar por Tierra Santa menos Jerusalén y entrar en Jerusalén, a principios de diciembre, acompañada de mi familia”.
Y, sobre el punto de inicio, Finisterre, es clara “quería hacer una peregrinación completa, del fin al inicio. Finisterre se creía que era el fin de la Tierra y mi objetivo es ir a Jerusalén, que es para mí donde todo se inició”.