El uso de filtros fotográficos puede provocar baja autoestima en los adolescentes

El uso de filtros fotográficos en diferentes ‘apps’ puede provocar que los adolescentes que navegan por redes sociales dejen de ser conscientes de que “se están comparando con una imagen que lleva filtros y piensen que eso es la realidad”, algo que puede provocar que “se incremente su inseguridad y que baje su autoestima”, según ha explicado la psicóloga, Silvia Álava, en el videotutorial elaborado por BBVA y Fad Juventud. 

En el videotutorial, que pretende facilitar una serie de consejos e indicaciones para que padres y madres puedan ayudar a gestionar la relación de sus hijos con lo digital, recuerdan que el uso de filtros no tiene que suponer un riesgo.

Pese a ello, advierten que el uso de filtros puede hacer que se asocie el atractivo físico con la valía personal y que, si una foto no está editada ajustándose a unas determinadas expectativas, se sienta miedo a ser rechazado por el aspecto real generando problemas de inseguridad.

Según la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), la edad de los primeros retoques estéticos en España ha bajado de los 35 años a los 20 en los últimos años demandando principalmente rellenos de ácido hialurónico en labios y toxina botulínica (bótox).

Por otra parte, el uso de este tipo de filtros pueden generar expectativas irreales acerca de uno mismo y de los demás, alteran la imagen para que coincida con un canon de belleza inalcanzable y provoca una persecución de la perfección que causa ansiedad, insatisfacción corporal y baja autoestima, según se ha explicado en el tutorial.

Asimismo, en casos extremos se puede producir un trastorno de dismorfia corporal denominado ‘dismorfia del selfie’, un trastorno de salud mental que lleva a quienes lo padecen a compararse continuamente con sus propias autofotos retocadas y modificadas con filtros.

Desde el tutorial se ha explicado que cuanto más a gusto se encuentren los adolescentes con su cuerpo, menor será la posibilidad de un uso problemático de los filtros. Por ello, han recomendado mantener una autoestima saludable, algo que protegerá a los jóvenes del mundo utópico de sus pantallas.

La primera clave que dan para padres y madres es que sean conscientes de la importancia de fomentar el pensamiento crítico. Un pensamiento propio e individualizado les protegerá frente a las presiones externas y autoimpuestas que les obligan a mantener un determinado aspecto acorde con las expectativas sociales.

La segunda clave es la comunicación: es imprescindible hablar en el hogar de los riesgos para la salud mental y física que pueden suponer el uso de estos filtros y compartir en familia ideas sobre la belleza, la importancia del aspecto físico, los cánones de belleza impuestos, etc. Que reflexionen sobre cómo les afectan estos temas en su día a día, en su comportamiento en redes sociales y en su relación con los demás.

Por último, es fundamental fomentar y estimular su autoestima y no hacerlo basándose exclusivamente en el aspecto físico sino poniendo en relieve todas las cualidades que tengan, sus habilidades, su esfuerzo, sus valores, para que se valoren a sí mismos por lo que son y no exclusivamente por su imagen.