Benlliure, en las colecciones de la Academia

Por: Víctor Nieto Alcaide

Con motivo del 75 aniversario del fallecimiento del escultor Mariano Benlliure (1862-1947), la Academia reúne en una de las salas de la colección permanente del museo varias obras del artista reveladoras de la potente expresividad y dominio de su lenguaje escultórico.

Entre las obras de Benlliure que se conservan en los fondos artísticos de la Academia, se exponen por vez primera dentro de la colección dos valiosas piezas procedentes de la donación de la psicoanalista doña Enriqueta Moreno Orué, mujer del arquitecto y académico don Antonio Fernández de Alba: el bronce Gitana de El Albaicín (1914) y la acuarela La carta (1894).

Benlliure fue un artista precoz, de esos que, cuando comienza su actividad, tienen ya una orientación precisa y definida. Viaja a Roma en 1881, el centro permanente del clasicismo y del protagonismo de la escultura y de su indiscutible valor monumental. Desde allí, viaja a París en 1883 y 1885, el centro en el que se desarrollaba la principal renovación artística de su tiempo. Algunos años después Benlliure obtenía la Medalla de Honor de la escultura de la Exposición Universal de París de 1900.

La intensa actividad y larga vida hicieron de Benlliure uno de los escultores más prolíficos y renombrados de su tiempo. Toda su obra pone de manifiesto una pasión por la escultura como forma de concebir el mundo y la existencia, y una identidad con el hecho escultórico como lenguaje artístico y actitud vital.

La escultura es volumen y superficie tridimensional. Pero esta superficie, en la escultura de Benlliure, no es solo la cara externa del volumen sino un componente esencial de la escultura. Frente a las superficies lisas de los modelos clásicos su escultura muestra un tratamiento dinámico de la materia a través de la visibilidad de la huella de los trazos y los toques del modelado. Son superficies palpitantes, táctiles y cargadas de vida. Por ello, sus esculturas, dedicadas a temas diversos, siempre transmiten una sensación de existencia al convertir la materia inerte de la escultura en un elemento vivo existente en la realidad.

 

Víctor Nieto Alcaide
Delegado del Museo