Efectos adversos de la vacuna

Por: Laureano Benítez

Toda corona que se precie tiene sus joyas, igual que todo pirata tiene sus tesoros, todo general sus medallas, todo político su dacha, todo rojo su VillaTinaja, todo plutócrata su caja acorazada, y todo borrego su cencerro.

Y hete aquí que ―bondad graciosa― tenemos a un supuesto virus con forma de corona ―¿para cuándo un republicavirus, que, en vez de proteínas ‘spike’ con forma de púas, tenga hoces y martillos?―, un supuesto microbio que arponea con alevosía con esas puntas a los pobres humanos, aunque estén dentro de sus coches, o en la inmensa soledad de picachos inaccesibles.

Desde luego, el virus este ya es en sí una auténtica joya para la élite globalista, pues, mira por dónde, les viene como anillo al dedo para acelerar la implantación de su maquiavélico Nuevo Orden Mundial… anillo al dedo, y corona para sus cabezas, si no fuera porque las cornamentas impiden sus coronamientos: ¡Qué pena!

Y la joya de la corona-virus es la vacuna, esa poción mágica que con su “perfectus detritus” pondrá en el cuello de los vacunaditos unas guirnaldas hechas con crisantemos mortuorios, y en su pecho una medalla parecida al monigote ese que se ponía a los tontainas en el día de los “Santos Inocentes”. Y no, no crean que las joyas de esta coronavacuna serán bagatelas de todoacien, abalorios de rastrillo, bisutería de tocomocho, buhonerías de pícaro lazarillesco… Como decía aquel pirata de las viñetas de “Astérix”, mientras se hundía el barco, «los vacunaditos venían a cu’ihse de glo’ia, y se cub’ieron e idiculo».

Todas las vacunitas tienen un potosí de efectos adversos, pues, aparte de que alteran nuestro sistema inmunológico ―una de las joyas más perfectas del cuerpo humano―, introducen en nuestro cuerpo una cloaca de inmundicias, una basura putrefacta donde el letal aluminio se marida con células de fetos abortados, con el formaldehido de embalsamar cadáveres, con restos variopintos de ADN, con detergentes como el peligroso Polisorbato, el pavoroso Timerosal (Mercurio)… Pero lo de la coronavacuna es de auténtico escándalo, de juzgado de guardia, si no fuera porque los juzgados guardan otras cosas hoy en día.

Y lo más epatante de toda esta joyería es que son las mismas farmacéuticas y los organismos de medicamentos los que despliegan ante nosotros toda esta quincalla horrenda, todo un Himalaya de efectos adversos que horrorizarían el vello de cualquier animal, excepto de los borregos que balan camino no ya del esquileo, sino de la hecatombe.

En efecto, en sus prospectos y directrices, exponen impúdicamente los abalorios del tesoro de Sierra Muerte, extraído de las cavernas y vetas de Monte Pelado. Su denominador común es que confiesan sin rubor que no se dispone de datos ni de estudios sobre los posibles efectos adversos en muchos campos referentes a la salud humana: dicho en Román paladino, la vacunación masiva no es sino una fase clínica de experimentación. Como se dice en el documento de la vacuna Pfizer: «Es importante notificar las sospechas de reacciones adversas después de la autorización del medicamento. Eso permite un seguimiento continuo de la relación beneficio / riesgo del medicamento. Cuidado de la salud. Se solicita a los profesionales que notifiquen cualquier sospecha de reacciones adversas».

El Departamento de Salud y Asistencia Social del Reino Unido y la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios, con motivo de la aprobación de la vacuna PfizerBioNtech, publicó unas directrices expuestas en dos documentos, de los cuales uno era para los profesionales sanitarios, y otro para los pacientes, destacando el hecho de que el primero es el doble de largo que el segundo ―al contener bastante más información―, lo cual quiere decir que a los pacientes de la vacuna les están ocultando datos importantes. Esta circunstancia invalida todo el proceso de vacunación, que debe basarse en un CONSENTIMIENTO INFORMADO por parte del paciente, algo imposible si no recibe toda la información pertinente, a lo que hay que añadir la desinformación causada por la falta de estudios, al ser la vacuna un producto experimental en fase de desarrollo, que no ha cumplido los protocolos clínicos de elaboración de toda vacuna, que consta de cuatro fases que se han solapado descaradamente unas a otras.

Puede verse aquí el documento para los profesionales sanitarios:

https://healthimpactnews.com/wp-content/uploads/sites/2/2020/12/Information for

healthcare_professionals.pdf, y aquí el documento para los destinatarios:

https://www.eldiestro.es/wp-content/uploads/2020/12/Informacio%CC%81n-para-vacunados.pdf

En el folleto para los destinatarios, por ejemplo, se afirma que «Actualmente se dispone de datos limitados sobre el uso de esta vacuna en mujeres embarazadas. Si está embarazada o en periodo de lactancia, cree que podría estar embarazada o tiene intención de quedarse embarazada, consulte a su médico o farmacéutico antes de recibir esta vacuna. Como precaución, debe evitar quedar embarazada hasta al menos 2 meses después de la vacuna». Sin embargo, en el documento más extenso para los profesionales de la salud se dice que «No hay datos o son limitados sobre el uso de la vacuna de ARNm de COVID-19 BNT162b2. No se han completado los estudios de toxicidad reproductiva en animales. No se recomienda la vacuna de ARNm de COVID-19 BNT162b2 durante el embarazo. Para las mujeres en edad fértil, se debe excluir el embarazo antes de la vacunación. Además, se debe advertir a las mujeres en edad fértil que eviten el embarazo durante al menos 2 meses después de la segunda dosis».

«Como ocurre con todas las vacunas inyectables, siempre se debe administrar con el tratamiento y la supervisión médicos adecuados, fácilmente disponible en caso de un evento anafiláctico raro después de la administración de la vacuna (4.4)» ―la anafilaxis consiste en una reacción inmunológica exagerada, que puede producir graves alteraciones en la salud, por lo cual se exige en todos los centros que admite la vacuna que cuenten con medios para el tratamiento rápido del shock anafiláctico―.

«Las personas inmunodeprimidas, incluidas las personas que reciben terapia inmunosupresora, pueden tener una respuesta inmune disminuida a la vacuna. No se dispone de datos sobre el uso concomitante de  inmunosupresores» (4.4).

«No se han realizado estudios de interacción con otros medicamentos» (4.5).

«La administración concomitante de la vacuna BNT162b2 de ARNm de COVID-19 con otras vacunas no ha sido estudiada» (4.5, ver sección 5.1).

En cuanto a los posibles riesgos para el periodo de lactancia, «Se desconoce si la vacuna de ARNm de COVID-19 BNT162b2 se excreta en la leche materna. No se puede excluir un riesgo para los recién nacidos / bebés. La vacuna de ARNm de COVID-19 BNT162b2 no debe usarse durante la lactancia» (4.6).

Lo mismo sucede en el caso de la fertilidad: «Se desconoce si la vacuna de ARNm de COVID-19 BNT162b2 tiene un impacto sobre la fertilidad (4.6)». Es llamativamente escandaloso que este desconocimiento sobre la incidencia de la vacuna sobre la fertilidad no se explicite en el documento para los destinatarios.

Tampoco se ha valorado la posibilidad de los riesgos en menores de 16 años: «Aún no se ha establecido la seguridad y eficacia de la vacuna de ARNm de COVID-19 BNT162b2 en niños menores de 16 años».

En el folleto para los destinatarios, se afirma en el apartado 2 que «Al igual que con cualquier vacuna, es posible que la vacuna BNT162b2 de ARNm de COVID-19 no proteja completamente a todas las personas que la reciben», y que actualmente no hay datos disponibles en personas con un sistema inmunológico debilitado o que están tomando un tratamiento crónico que inhibe o previene la respuesta inmunitaria».

En el apartado 4, que trata de los posibles efectos secundarios, se dice que «si experimenta efectos secundarios, consulte a su médico, farmacéutico o enfermero. Esto incluye cualquier lado posible efectos no enumerados en este prospecto».

https://www.fda.gov/media/144625/download

En la información que se da sobre la vacuna a modo de prospecto, se enumera una lista de trastornos secundarios que son comunes a muchas vacunas: linfadenopatía, cefalea, trastornos musculoesqueléticos y del tejido conjuntivo, artralgia y mialgia, dolor en el lugar de la inyección, fatiga, resfriado, pirexia, fiebre, enrojecimiento e hinchazón en el lugar de la inyección, malestar, fatiga y cansancio, desórdenes gastrointestinales, náuseas comunes…

En los documentos sobre las vacunas que publicaron la FDA ―Administración de Alimentos y Medicamentos, algo así como el Vaticano de los medicamentos en el mundo y los CDC ―Centros para el control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU―, se expone con claridad que los voluntarios de los ensayos clínicos sufrieron muchísimos más efectos adversos que aquellos a los que solamente se les administró placebo:

https://www.fda.gov/media/143530/download

https://www.fda.gov/media/144434/download

Efectos importantes, sin duda alguna, en especial el temible shock anafiláctico y  los trastornos neurológicos, pero que no son sino baratijas al lado de los daños colaterales más siniestros y dantescos de la vacucorona, efectos adversos que vienen expuestos nada más y nada menos que por la mismísima FDA americana  «Puede que estos no sean todos los posibles efectos secundarios de la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer BioNTech. Pueden ocurrir efectos secundarios serios e inesperados. La vacuna de Pfizer BioNTech contra el COVID-19 aún está siendo estudiada en ensayos clínicos».

Este texto demuestra a la perfección el carácter experimental de la vacucorona, por lo cual la FDA recomienda un seguimiento de la vacuna para vigilar la posible ocurrencia de unos efectos adversos absolutamente apocalípticos, que explicaremos en la siguiente entrega: mielitis transversa, encefalomielitis diseminada aguda, síndrome de Guillain-Barre, infertilidad, trombocitopenia, enfermedad de Kawasaki, etc… (puede verse esta información en una web de los CDC, páginas 31-32: https://www.fda.gov/media/143530/download,

Pero, por supuesto, en ningún sitio se habla de la joya de las joyas: la alteración de nuestro genoma, de nuestro ADN, la joya de nuestro cuerpo.

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