El último nómada

Una novela diferente

Si quieres tener la oportunidad de leer algo diferente, que te sorprenda en cada línea, tienes puedes adentrarte en el viaje que Leo Zelada describe en su nuevo libro titulado “El último Nómada”, (Editorial Ruleta Rusa).

Esta novela ha sido escrita sin dejar atrás el arte poético que forma parte de las raíces y de la vida íntima de su autor. En muchas ocasiones, cuando la lectura avanza, tienes la sensación de observar el mundo desde las alturas, descubres los caminos, las selvas, los desiertos y las ciudades como paisajes lejanos, en muchos casos dolorosos, como si la naturaleza, lejos de presentarse de modo estético, fuese un medio violento y peligroso.

Otras veces, ese medio desaparece y la descripción es tan íntima, que no existe nada más que su protagonista, lo que siente y lo que piensa, un joven que viaja sin medios, que huye de modo desesperado desde Perú hacia el norte, queriendo alcanzar la libertad o quizá, deseando cumplir con una obligación que le exige dar pasos y más pasos, para atravesar las fronteras y emigrar, emigrar en dirección a la esperanza, esa esperanza que durante su vida se había convertido en el único motivo de su existencia.

La novela, va describiendo lo que ocurre o más bien lo que le ocurre al protagonista, Gabriel, que no escribe todos los días, pero cuando lo hace, cita la fecha de modo explícito a modo de diario, con la voluntad, posiblemente, de dejar constancia en su propia memoria del momento, de los acontecimientos. Unos serán relevantes, otros, simples referencias a lo que piensa y desea, pero en conjunto, esas líneas, acaban conformando una obra tan directa, como inhabitual, en la que el lector se introduce sin querer en el más profundo sentimiento y pensamiento del viajero, sorprendiéndose o decidiendo con él lo que va a hacer a continuación, integrándose en las propias palabras que salen de su interior.

En el discurrir del viaje, con pinceladas discretas, se describen ciudades, montañas e incluso ambientes, que en ese impulso creador tan directo, no requieren en el contexto, ni una palabra más. Se utilizan las adecuadas y justas. No hay excesos, ni ausencias. La técnica del escritor es pura, en muchos casos perfecta, en otros, simplemente poética.

Un aspecto que llama la atención también en la novela, es cómo se mencionan las características de las personas que el viajero se va encontrando en el viaje, la desconfianza permanente y el descubrimiento, importantísimo en este caso, de que aún quedan personas dispuestas a compartir e incluso arriesgar de modo gratuito y por tanto sin contraprestaciones, para ayudar a una persona que huye, que atraviesa fronteras a la carrera. Esos saltos desesperados, que son parte del acto migrante, en territorios violentos o peligrosos, permiten u obligan al joven a hacerse pasar por otro o a llegar a su destino final, gracias a un viejo que pone en sus manos la última frontera.

La novela tiene una alta carga filosófica y crítica, que merece la pena valorar. Las desigualdades sociales son el origen de la huida, los peligros de la corrupción y del gobierno militarizado, sobrevuelan los pensamientos y el origen y destino del viajero. Le obligan a atravesar ríos en barcazas a gran velocidad o a atravesar lugares de la mano de un guía sin corazón. Todo ello te hace valorar el sentido de la existencia y las posibilidades de que los actos de convicción, así como la firmeza ideológica, tienen aún sendas que recorrer.

El autor, al escribir esta novela, no se ha desprendido del vocabulario de sus orígenes, el cual surge en una diversidad de momentos, lo que le da a la descripción una identidad propia y facilita la comprensión de lo que se ha pretendido crear, que en el fondo, no es solo un viaje con peligros permanentes, una aventura sin duda alguna, sino mucho más.

Esta obra es muy aconsejable, en especial si el lector tiene la curiosidad de acceder a una literatura independiente y fuera de lo común, en la cual se descubre la belleza de la escritura y un medio de enseñanza que alcanza a tocar los más íntimos sentimientos. Todo ello, gracias a su autor, Leo Zelada, que en este caso, saliéndose de su confort en la poesía, que es el ámbito habitual en él, se ha permitido escribir una novela, que sin duda, debe tenerse muy en cuenta.