Enrique Martínez Lozano ayuda a comprender lo que somos con Metáforas de la no-dualidad

Entrevista con Enrique Martínez Lozano, autor de Metáforas de la no-dualidad, que publica la editorial Desclée De Brouwer.

 

Por: Bibiana Ripol

Este es el último entre otros muchos libros que has escrito.

¿Qué novedades aporta Metáforas de la no-dualidad?

La novedad de este libro es el recurso a la metáfora como vehículo pedagógico. A través de ellas intento expresar, del modo más sencillo posible, la naturaleza no-dual de lo real: ¿Quiénes somos?, ¿qué es lo realmente real? La metáfora posee la virtualidad de llevarnos más allá de lo que aparece a primera vista. A partir de una imagen sencilla, nos abre la puerta para acceder a la dimensión más profunda de nuestro ser. Al mismo tiempo, la metáfora facilita la comprensión de conceptos que, por su novedad, podrían resultar no fáciles de entender. Por ese motivo, me parece que el libro puede resultar asequible incluso para quienes nunca se hayan aproximado a estas cuestiones.

Muchas de tus publicaciones giran en torno a esta cuestión de la no-dualidad. ¿De dónde nace tu interés por ello?

Todo arrancó a partir de una vivencia personal. Ese fue el detonante que me puso en camino para tratar de comprender, expresar y compartir aquello que supuso para mí una novedad radical en el modo de verme y de ver la realidad. En síntesis, podría decir que todo lo que escribo y todo lo que hablo no busca otro objetivo, sino el de ayudar a comprender y a vivir lo que somos.

En toda tu obra afirmas la naturaleza no-dual de la realidad. ¿Qué es la no-dualidad?

Es completamente obvio si no fuera porque la mente crea un mundo de separaciones y dualidades que hemos terminado dando por cierto. Pero no es así. La realidad es solo una; una es la fuente de todo lo existente. No existe nada separado de nada. En el mundo de las formas que nos entran por los sentidos, todo es polar. No existe un polo sin su opuesto. Por ejemplo, el día y la noche o la luz y la oscuridad. Pero los polos son absolutamente complementarios. Ese es el significado de la no-dualidad: unidad en la diferencia.

¿En qué puede ayudar esto a las personas?

Justamente en aquello de lo que tenemos más necesidad: en la comprensión de quienes somos.

Cada vez más gente acude a actividades para encontrar la paz, reducir el estrés o superar traumas. ¿Es una tendencia de las sociedades occidentales? ¿Por qué ese auge?

Porque el ser humano no puede tolerar por mucho tiempo el vacío y el aturdimiento. Me parece que esa búsqueda es expresión del Anhelo que nos constituye y que nos está pidiendo volver a casa; es decir, reencontrarnos con nuestra verdadera identidad.

¿Cómo dirías que vivimos hoy en día?

Diría que vivimos entre la prisa y el Anhelo, entre la confusión y la búsqueda de comprensión. El hecho de que la nuestra sea una cultura narcisista y, por tanto, confusa, no niega la existencia de una búsqueda decidida ni la vivencia de una espiritualidad genuina.

Y en esta cultura, ¿cómo favorecer la comprensión de lo que somos y, en último término, la comprensión de lo real?

Tal como proclamaba el Oráculo de Delfos, quien conoce su verdadera identidad, conoce todo lo que es: «Hombre, conócete a ti mismo, y conocerás al Universo y a los dioses». Y eso es así porque el Fondo de lo real es solo uno y el mismo para todo lo que es. Todo lo que es, es; no hay nada que no participe del Ser: el núcleo último de lo real no puede ser sino uno. Para avanzar en ese autodescubrimiento me parece muy adecuado recurrir a la no-dualidad como clave de lectura y a la metáfora como vehículo. Desde la comprensión no-dual, y con esta clave, a través de la metáfora, trato de responder a la cuestión inicial: ¿quién soy yo?, ¿qué es lo realmente real?

Escribes desde una perspectiva espiritual. ¿Qué consecuencias puede acarrear la pérdida de esta? ¿Es la gente menos creyente hoy en día?

La espiritualidad no tiene que ver con las creencias. Probablemente nos encontramos en un momento en que asistimos a la pérdida de creencias muy arraigadas en generaciones anteriores. Toda creencia es solo una construcción mental, una representación, es decir, un mapa que la propia mente construye para manejarse en la vida cotidiana. No me parece errado tener mapas; el error grave consiste en absolutizarlos hasta el punto de identificarlos con la verdad. Cuando una creencia se presenta como La Verdad nace el fundamentalismo y, con él, el fanatismo y el enfrentamiento descalificador.

En el libro presentas metáforas para ayudar a las personas a que conciban de otra forma la realidad. ¿Qué abordan exactamente?

Las metáforas del libro abordan cuestiones muy diversas: nuestros miedos y nuestra certeza, la comprensión de lo que somos, el funcionamiento de la mente, el camino de la liberación del sufrimiento, la raíz de nuestra ignorancia y la fuente de toda confianza, las creencias y la verdad, nuestras ideas acerca del bien y del mal, la confusión entre lo real y lo aparente, el falso dilema entre libre albedrío y determinismo, la comprensión y vivencia del amor, la clave de la transformación… Pero todas ellas orbitan, y no podía ser de otro modo, en torno a la cuestión central: quién soy yo.

¿Podrías hacer un breve acercamiento a alguna de ellas?

Las metáforas nos muestran, por ejemplo, que somos el cielo y que todo lo demás es el clima; que somos un remolino que ha olvidado que es agua, que somos a la vez la ola y el mar, el baile y el bailarín… Y que la realidad es, al mismo tiempo, vida y seres vivos, lo que es y lo que pasa, dulzor y miel, estación y trenes que circulan… Todas las metáforas buscan ayudar a comprender la realidad en su doble cara; es decir, la oculta y manifiesta. Porque las metáforas son, justamente, puertas que abren a la comprensión, recordatorios de lo que hemos olvidado, en definitiva vehículos que nos trasportan más allá de lo que aparece a primera vista para mostrarnos lo que somos. El camino de la verdad empieza por la indagación rigurosa y lúcida acerca de nuestra verdadera identidad. Las metáforas quieren ser un medio que despierte la búsqueda y aliente la comprensión.