Las cuentas de Sánchez

Por: El Vigía

El presidente del Gobierno no se cansa de pedir a la oposición un cheque en blanco para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, aunque se resiste a presentar las líneas maestras de los mismos. La razón puede ser tan obvia como que a Sánchez no le salen las cuentas porque España está al borde de la quiebra.

La pandemia del coronavirus ha causado más de 50.000 muertos en España, cifra superior a la reconocida por el Gobierno, pero sus efectos sobre la macroeconomía y sobre los bolsillos de los españoles son demoledores. Los datos de los principales indicadores económicos no pueden ser más negativos. El Producto Interior Bruto se ha hundido un 21,5% en el primer semestre, en un año se han destruido 3,38 millones de puestos de trabajo, la inversión se ha desmoronado un 25,8% y la deuda pública supera el 100% del PIB. Si a todo ello se añade que los ingresos del Estado han caído en picado se puede concluir que la quiebra es inminente.

Quizá ello explica que Sánchez eludiera esta semana el pleno de control del Congreso para viajar a Bruselas en busca de oxígeno. El presidente se entrevistó el miércoles con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, y el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, a quienes planteó de manera dramática la necesidad de que los fondos europeos para combatir la crisis generada por la pandemia del Covid-19 estén listos cuanto antes, concretamente en enero 2021. Las finanzas del Estado español, estresadas por el pago de los ERTE, el paro y la nueva renta mínima vital, no dan más de sí.

Con este panorama no debe extrañar que el Gobierno no se atreva a presentar un adelanto de los Presupuestos. Presionado por su socio comunista, Sánchez no sabe qué camino seguir. Si se deja llevar por la deriva de Podemos, malo, porque la subida de impuestos a todos -no sólo a los más ricos- será inevitable. Pero ni eso le vale porque no tiene los votos suficientes en el Congreso. Necesita a los independentistas y a Bildu, con quienes ya se está reuniendo la vicepresidenta Carmen Calvo. Y ya se sabe que estos socios no regalan nada. Hasta el propio Felipe González ha mostrado su inquietud porque Sánchez pacte con los compañeros de Junqueras y con los herederos politicos de ETA, a quienes les une su sentimiento de odio a España.

Sánchez parece incapaz de solventar con garantías este momento dramático para España. Al principal partido de la oposición, el PP de Casado, le levanta un cordón sanitario justificándolo por la corrupción, como si el PSOE no ostentase el triste récord del mayor caso de corrupción, con los ERE de Andalucía. A Ciudadanos le ningunea después de intentar camelarlos para que respalden los PGE. El propio Albert Rivera acaba de sugerir a Inés Arrimadas que no se fíe del inquilino de la Moncloa y lo dice con conocimiento de causa porque ése fue su mayor error político y lo pagó en las urnas.

Y no es de extrañar porque el político que dijo hace un año que no pensaba pactar con el ‘marqués republicano de Galapagar’ ni conceder el indulto a los presos del ‘procés’, acaba de anunciar por boca del ministro de Justicia que va a tramitar los expedientes de indulto de los condenados por sedición por intentar romper España. Eso y su empeño en perseguir los crímenes del franquismo, es la demostración de que el único objetivo de Sánchez es el poder por el poder. Si la muerte se enseñorea de España por el coronavirus o si la economía se hunde y condena a millones de españoles al hambre no parece importarle demasiado. Triste realidad, aunque aún está a tiempo de rectificar. Pero no lo hará.