Sánchez, el tapabocas

Por: El Vigía 

El presidente Pedro Sánchez parece empeñado en imitar a su tocayo Pedro el del Lobo. Lleva sus dos años de mandato atemorizando a los españoles a cuenta del Covid argumentando que lo hace por su salud, cuando lo que persigue de verdad es tapar la boca a la gente como visualización de sus persistentes ataques a las libertades individuales y derechos fundamentales.

Sánchez lo tiene muy claro, aunque no lo parece. Es ya común señalar que su objetivo es permanecer en el poder al precio que sea, pero no está muy claro con qué objeto. ¿Qué le guía en su labor de dirección de los destinos de los ciudadanos? A tenor de sus medidas, no parece que se trate del bienestar general. Donde se encuentra cómodo el presidente es en adoptar medidas impositivas -no sólo en materia fiscal- y en prohibir, prohibir y prohibir. ¿Dónde deja el respeto a la libertad? El Tribunal Constitucional ya tumbó sus dos medidas estrella de lucha contra el Covid, la prisión domiciliaria de los españoles -mal llamado confinamiento- y el cierre del Congreso -dicen que templo de la soberanía popular- para no someterse al control y la crítica de la oposición democrática. Cualquier político con un mínimo de vergüenza hubiera dimitido en el acto, pero eso no figura en el cuaderno de bitácora del inquilino de la Moncloa.

Ahora escenifica una conferencia virtual con los presidentes de las Comunidades Autónomas para concluir que hay que seguir vacunando a mansalva, aprovechando la ocasión para apuntarse la medalla de que España lidera la vacunación mundial. A este respecto, Sánchez haría bien en dar algunas explicaciones. Si siempre se nos ha dicho que las vacunas eran la panacea en la lucha contra la Covid, ¿por qué los vacunados se siguen infectando e infectando a otros? También se nos dijo que vacunada el 70% de la población se alcanzaría la inmunidad de rebaño; pues bien, si es cierto que ya se ha vacunado el 90% ¿a qué viene perseguir, presionar y acorralar a los pocos no vacunados, inventando para ello un pasaporte sanitario que recuerda los métodos nazis? Ahora ya no es suficiente inocular dos dosis, es necesario una que llaman de refuerzo. Y lo previsible es que este escenario seguirá los próximos años para mayor gloria de la industria farmacéutica, que ha encontrado en el Covid su maná. Si los alarmistas que vocean a diario la letalidad del virus no mienten, las farmacéuticas podrían haber tenido el gesto de desatender por una vez sus balances y desarrollar y distribuir la vacuna de forma altruista para salvar a la humanidad.

Pero volviendo a Sánchez y a su veta impositiva y prohibicionista, ahora vuelve a hacer obligatorio el uso de la mascarilla en la calle. Sanitarios y otros expertos dudan de que esta medida sirva para algo en la lucha contra el Covid. Si acaso para que enfermen física y mentalmente los embozados. Pero eso al presidente le da igual, porque de lo que se trata es de tener atemorizados y amordazados a los españoles, no vaya a ser que estos empiecen a protestar por lo que verdaderamente afecta a sus vidas.

El precio de la luz, gas y gasolina, por las nubes, con la consiguiente repercusión sobre el precio de la cesta de la compra; varios millones de personas al borde de la pobreza; el paro, que no baja de los 4 millones si se incluyen los que están en ERTE; decenas de miles de autónomos que sí se han quedado atrás, sacando los colores a la propaganda sanchista. Ganaderos, agricultores, pescadores, transportistas, peluqueros, hosteleros… la lista de agraviados por la nefasta gestión de este Gobierno progresista de pacotilla es larga. Para evitar posibles y comprensibles protestas se decreta la imposición del bozal y en paz. Es posible que determinadas políticas maten más que el virus.