Himalaya de preguntas de la Operación Coronavirus
Por: Laureano Benítez
Como sucede con todas las ingenierías sociales, la operación coronavirus se ha ejecutado mediante un fabuloso Himalaya de mentiras, las cuales, repetidas obsesivamente por los medios de comunicación, han lobotomizado a la práctica totalidad de la población mundial mediante la propagación de un apocalíptico estado de terror.
Este miedo cerval lleva a la gente a creerse todas las mentiras vertidas por el sistema, pues produce como consecuencia más relevante que las poblaciones adoctrinadas sean incapaces de ejercer la más mínima crítica a tanta desinformación, dificultando la capacidad de pensar sobre los hechos de la «pandemia», para discriminar si son ciertos, o están cimentados en la falsedad.
Lo más significativo de este fenómeno es que las masas no pueden alegar para justificar su aceptación del engaño que la gente no tiene los suficientes conocimientos científicos para conocer la verdad de la Operación Coronavirus, que solo está al alcance de biólogos, médicos, y científicos en general, ya que bastaría con hacerse unas cuantas preguntas, sencillas y directas, elaboradas por el sentido común, para que la gigantesca mentira del virus quede al descubierto, para desmantelar con claridad ese Himalaya de mentiras. Preguntas que se desprenden por sí solas como fruto de una atenta observación de los hechos, de una atención concentrada en unos detalles que, vistos en conjunto, demuestran claramente la gigantesca trampa de esta supuesta pandemia.
Ahí van estas preguntas… Porque, como dice la frase, «la verdadera sabiduría no consiste en saber las respuestas, sino en entender las preguntas».
¿Cómo es posible que un virus que supuestamente se escapó de un mercado chino haya contagiado a todos los países del mundo a la vez, llegando incluso a la isla de Pascua?
¿Por qué se ha declarado pandemia a una enfermedad que solamente produce fallecimientos en el 0,6% de la población a la que afecta?
¿Por qué la pandemia comenzó precisamente en las fechas tradicionales en las que principia la temporada gripal de cada año, y vino a reducirse a la nada en mayo, exactamente cuándo suele terminar la gripe anual?
¿Por qué la gente se cree que un supuesto virus que opera en invierno a bajas temperaturas puede ser capaz de sobrevivir en la canícula estival?
¿Por qué la pandemia se originó en Wuhan, cuando es bien sabido que la población china usa compulsivamente las mascarillas debido a la alta contaminación que sufren los habitantes de sus ciudades? ¿Es que acaso las salvíficas mascarillas no les sirvieron de nada?
¿Por qué ha habido también supuestos casos de coronavirus en aquellos países islámicos donde las mujeres van enmascarilladas desde la cabeza hasta los pies?
«Las respuestas están flotando en el viento».
¿Por qué en Gibraltar nadie usa mascarilla ni respeta la distancia de seguridad, sin que pase absolutamente nada desde el punto de vista policial o médico, y resulta que, cuando pasas la verja que la separa de territorio español, entramos en el imperio de los bozales?: ¿Es que el supuesto virus reconoce las fronteras, y por eso se detiene en la verja, sin entrar al territorio gibraltareño?
¿Por qué hay países que no han sufrido ningún confinamiento, y donde incluso el uso de las mascarillas está desaconsejado ―caso de Dinamarca, Noruega, Suecia…― , en los cuales la incidencia de la pandemia ha sido bastante escasa, mientras que España, con el confinamiento más salvaje del mundo y el uso más compulsivo de los bozales, donde el apocalipsis de desinfección y distancia social es impresionante, estuvo antes a la cabeza de contagios y fallecimientos por habitante, y actualmente está en la primera posición en cuanto a rebrotes se refiere?
¿Por qué se reúnen en Berlín 1.300.000 personas sin mascarillas y sin distancia de seguridad, y no pasa absolutamente nada, no hay colapso en los hospitales ni en las urgencias, y en España se reúne una docena de jóvenes a hacer un botellón y contagian de tal manera que se confina una ciudad?
¿Por qué las multitudes con mascarilla se pueden hacinar en el transporte público, sin respetar la distancia de seguridad, y, sin embargo, esas mismas multitudes no pueden acudir a espectáculos deportivos ―ocupando un aforo limitado para garantizar la distancia―, y se les ponen restricciones para asistir a concentraciones y manifestaciones?
¿Por qué los trabajadores de los laboratorios de biotecnología que manipulan virus van embutidos en aparatosos trajes casi de astronauta, con aparatosas escafandras, guantes espectaculares y oxígeno incorporado, para garantizar la seguridad, y nosotros pensamos que una simple mascarilla de tela comprada en el chino nos va a proteger del coronavirus, cuando el tamaño nanoscópico de éste las atraviesa fácilmente?
«Las respuestas están flotando en el viento».
¿Por qué las mascarillas no fueron obligatorias en la etapa más dura de la pandemia, cuando había más contagios y fallecimientos, y, por el contrario, una vez que hubo terminado, se nos impone su obligatoriedad a todas horas y en todas partes?
¿Por qué la gente lleva mascarillas incluso dentro del coche; cuando está sola, en lugares prácticamente vacíos, en campos y playas…cuando hace deporte, incluso? ¿Es que acaso en estas circunstancias pueden contagiar a alguien, o ser contagiados por alguien?
¿Por qué ningún colegio médico ha emitido algún comunicado oponiéndose al uso indiscriminado de las mascarillas, condenando su uso por su evidente nocividad, dándose el caso de que incluso dan órdenes en el sentido de prohibir a los médicos emitir certificaciones que eximan de su uso a pacientes afectados por diversas patologías que se pueden agravar con el uso de mascarillas?
¿Por qué los rebaños de buenos y responsables ciudadanos todavía no se han dado cuenta de que el bozal, además de ser un atentado que causa graves perjuicios a la salud, es un instrumento de sumisión, de dominación, de esclavización de las masas aproximadas, que humilla a quien la lleva?
¿Por qué somos ahora mismo el país más sano del mundo, ya que no hay nadie que prescinda de la mascarilla, a pesar de que están exentos de llevarla las personas que presenten determinadas patologías?
¿Por qué me suele suceder que, cuando estoy sin mascarilla en un lugar público donde no hay nadie, y aparece alguien allá a lo lejos, esa persona, si llevaba baja la mascarilla, se la sube compulsivamente para que le tape la nariz, a pesar de la lejanía en la que estoy, y después, cuando ya se aleja, se la vuelve a bajar?
«Las respuestas, amigos míos, están flotando en el viento».