El rencor de un totalitario

Por: José Antonio Martínez Vega 

La reacción radicalizada y exacerbada de Pedro Sánchez ante el batacazo electoral sufrido por el PSOE y por él en persona ha escenificado el rencor y la sed de venganza que siente el personaje hacia los partidos de la oposición, hacia los de la izquierda extrema, hacia sus propios compañeros incluso y, sobre todo hacia los españoles, a quienes ha convocado en plena canícula veraniega a votar en las adelantadas elecciones generales. 

Además de rencor, Sánchez destila una mala educación impropia de un gobernante al no felicitar a sus rivales políticos por su éxito electoral. Por el contrario, su estrategia se ha radicalizado aún más al advertir contra la ola reaccionaria que barrió España de norte a sur y de este a oeste el 28M. Para él la primera consecuencia de la debacle socialista es que “magníficos presidentes autonómicos y alcaldes se van a ver desplazados por otros de la “derecha extrema y la extrema derecha”. Ni una mínima autocrítica por su fracaso, porque es suyo personal al desplazar de los focos a esos tan valiosos líderes y alcaldes y presidentes autonómicos. 

Sánchez no aprende y prefiere ahogarse en el error. La cantinela de que viene la extrema derecha no le va a proporcionar ni un voto. Así se vio en Andalucía, donde el PP alcanzó la mayoría absoluta, y así ha vuelto a ocurrir en Castilla y León, con un gobierno PP-Vox, donde estas dos fuerzas han aumentado sus votos en las municipales, mientras el PSOE y Podemos se hundían. 

Al adelantar las elecciones, Sánchez ha querido pillar en fuera de juego a sus socios de la extrema izquierda, desunidos y hundidos en la mayoría del territorio nacional. Sin embargo, lo más probable es que Podemos y Sumar consigan cerrar un acuerdo de mínimos para ir en una sola candidatura. Y si es así es por el terror de las Belarras, Monteros, Echeniques y Yolandas a perder las prebendas del poder. Ahí fuera hay que trabajar duro para llegar a fin de mes. Que se lo digan al presidente en funciones de Extremadura, que el lunes anunció que volvía a su antiguo empleo de médico-forense y el martes dio marcha atrás al resguardo del despachito oficial.

Algunos medios especulaban con que un motivo para adelantar las generales era el de evitar las críticas y la petición de explicaciones de los socialistas ante una derrota sin paliativos. Sin embargo, no parece ser esa la razón, teniendo en cuenta cómo ha dirigido Sánchez el PSOE, hasta el punto de convertirlo en la práctica en el Partido Sanchista, repleto de palmeros agradecidos y sin una sola voz crítica. Sí, algunas voces han apuntado tímidamente al inquilino de la Moncloa, como hoy mismo Alfonso Guerra, que cree que el problema del PSOE es Sánchez. A buenas horas. Si el problema es Sánchez y sus alianzas con los socios antiEspaña, Guerra perdió una magnífica ocasión de votar en contra de la modificación del Código Penal para suprimir los delitos de sedición y malversación. Lo dicho, el PSOE tiene un problema con este candidato, pero se limitan a aplaudir. Veremos en su día las consecuencias del 23-J. Lo más probable es que al partido de la rosa y el puño -más puño que rosa con Sánchez- le aguarde una larga y dolorosa travesía por el desierto.

Y por último, pero no menos importante, es el hecho de que Sánchez no ha podido dejar de dirigir todo su rencor hacia los propios españoles, a quienes ha venido a responsabilizar de su histórica derrota. Ahora nos castiga y quiere estropearnos las vacaciones para hacernos votar en pleno mes de julio a 40º grados de temperatura y en colegios electorales sin aire acondicionado. Es, claramente, una actitud de soberbia propia de un autoritario. A lo largo de estos cinco años hemos tenido muchas ocasiones de ver y sufrir muchas decisiones y medidas tomadas por una persona que no respeta la democracia. Ahora llama a evitar que en España gobierne alguien como Trump o Bolsonaro, cuando él mismo ha ejercido todo el poder que le han dejado sus socios bilduetarras y separatistas como si se tratara de un alumno aventajado de los dictadores caribeños, a quienes tanto admira. Confiemos en que esta farsa termine el 23J.