Elecciones en clave nacional
Por: El Vigía
Cinco millones de madrileños están llamados a las urnas este 4-M en unas elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid en las que se juega algo más que la composición de la Asamblea y la formación del Gobierno regional. Planteados casi en forma de plebiscito, estos comicios pueden suponer incluso un cambio de ciclo que amenaza la continuidad de Pedro Sánchez en La Moncloa.
Tras una campaña dura y crispada como pocas, todo indica que la afluencia a las urnas va a ser mayoritaria, incluso por encima del 75% de participación, y es que los electores están muy motivados. No en vano es la primera vez que se pueden manifestar tras el año y medio de Sánchez en el poder, en alianza con la ultraizquierda comunista de Pablo Iglesias pese a sus insomnios nocturnos; es también la primera vez que se va a poder valorar en votos la gestión de la pandemia tras un año de muertes y recortes de los derechos y las libertades básicas de los ciudadanos.
De ahí que la campaña de todos los partidos se haya planteado en clave nacional, dejando en segundo plano los aspector puramente locales. La candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, afronta su renovación al frente del Gobierno regional contraponiendo su gestión a la de Sánchez. Ha ninguneado al candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, quien, por otra parte, ha sido utilizado y dirigido a su antojo por Ferraz y La Moncloa hasta el punto de terminar caricaturizándolo. Gabilondo pasó de ‘Con este Iglesias nada, al Pablo, nos quedan doce días para ganar las elecciones’, tras ser reprogramado sobre la marcha en el debate electoral a seis.
Ayuso no se ha inmutado ante la campaña crispada y pésimamente diseñada de las tres izquierdas, con sus desgastados y antidiluvianos eslóganes de frenar el fascismo en Madrid. La candidata del PP, que ha confrontado al ‘democracia o fascismo’ de Podemos, el ‘Comunismo o libertad’, ha centrado su mensaje en la gestión realizada, presentando un Madrid próspero, rico -la primera Comunidad de España en PIB y en renta per cápita- y todo ello sin recortar las libertades. Al candidato de Podemos le ha desnudado al recordarle su inacción y pasividad en lo peor de la pandemia, desatendiendo lo que ocurría en las residencias de ancianos cuando era su responsabilidad como vicepresidente tercero del Gobierno. Mientras Iglesias dedicaba toda su energía a seguir las series de Netflix a las que tan aficionado es, sus huestes boicoteaban el nuevo hospital Zendal, construido en un tiempo récord de meses para hacer frente a la pandemia.
La gestión de la crisis sanitaria y su deriva socioeconómica ha generado una confrontación constante entre el Ejecutivo madrileño y el propio Gobierno español. No es de extrañar por tanto, que estos comicios suponen, en cierto modo, una forma de validar o castigar las actuaciones de los distintos partidos. Ayuso defiende su gestión en el apartado de la deriva económica y laboral del Covid-19 por haber sido prácticamente la única presidenta regional que ha mantenido abierta la hostelería y el comercio, salvando así miles de empleos, como refleja la reciente Encuesta de Población Activa, en la que Madrid figura como la Comunidad que más empleo crea, además de ser la que más crece, un 4% en el primer trimestre, muy por encima del 0% de la media nacional.
Y mientras la candidata a revalidar el Gobierno regional expone su gestión, los candidatos de las tres izquierdas se han centrado en la campaña del miedo, alertando de manera extravagante de los peligros del fascismo, sin hacer una sola propuesta de gobierno, o cuando no contradiciéndose en cuestión de minutos a sí mismos, como ‘vamos a subir los impuestos, pero bueno, ahora no, más adelante’ o ‘vamos a eliminar la enseñanza concertada, pero de momento que siga como está’, o defendiendo la sanidad pública megáfono en mano, pero boicoteando la construcción del hospital Zendal, quizá por la envidia de no recordar cuándo esa izquierda progresista construyó uno.
A falta de conocerse los resultados del 4-M, la lectura de los mismos se hará también en clave nacional. Ayuso es la candidata favorita. Si logra una victoria tan abultada como indican las encuestas, doblando los votos y los escaños, podrá gobernar en solitario, aunque necesite los votos de Vox en su investidura. Eso no quiere decir que esté obligada a gobernar con la ultraderecha y derechizar su gestión como se malician las izquierdas. Por otra parte, se despejará la incógnita de si Más Madrid superará al PSOE, aunque de momento lo que está claro es que el partido de Errejón aventajará en mucho al de su antiguo jefe, Pablo Iglesias, que al frente de la candidatura de Podemos se quedará de farolillo rojo en la Asamblea de Madrid. Poco bagaje para tal macho alfa, que puede encontrar en Madrid su tumba política. Por otra parte, si Gabilondo se hunde por debajo del 20% de los votos y pierde diez escaños, el PSOE habrá fracasado en su intento de recuperar la ‘joya de la corona’ que es el Gobierno de Madrid. Algunos no tardarán en señalar a Pedro Sánchez como el verdadero responsable de la derrota socialista, marcando así lo que puede ser el inicio del fin de su estancia en La Moncloa.