España no protege a la población contra el radón
España debería tener una normativa que proteja la salud de los ciudadanos de los efectos nocivos del gas radón y esa normativa tenía que estar promulgada antes del 6 de febrero de 2018, fecha tope establecida por la Directiva 59/2013/EURATOM para todos los países de la Unión Europea. En estos días se cumplen cuatro años de esa fecha límite y, según denuncia desde Vivesinradon.org su responsable, José Miguel Rodríguez, “es urgente hacer algo al respecto, porque se trata de un problema de salud pública que puede tener consecuencias graves para las personas expuestas pero que, sin embargo, es totalmente y fácilmente evitable”.
La Directiva 59/2013/EURATOM señala la obligación de los estados miembros de medir y controlar el radón en viviendas, colegios, edificios públicos, lugares de trabajo, etc. También obliga a las Administraciones a informar a los ciudadanos, tanto a nivel local como nacional, respecto a la exposición al radón en recintos cerrados y a los riesgos asociados para la salud, así como sobre la importancia de efectuar medidas antirradón y sobre los medios técnicos disponibles para reducir las concentraciones de gas. “Nada de eso está ocurriendo por ahora. En consecuencia, la mayoría de la población desconoce la existencia de este gas y sus implicaciones en la salud, e ignora si está presente en su vivienda u oficina”, subraya Rodríguez.
El desconocimiento sobre el radón también es grande entre los profesionales de la construcción. El Código Técnico de la Edificación (CTE) no incluyó requisitos y exigencias de seguridad respecto al radón en los edificios sino hasta finales de 2019, pese a que la Unión Europea llevaba recomendándolo desde 1990. “Es decir, que solo hemos tardado 29 años en desarrollar esta normativa en la construcción. Y encima, su entrada en vigor se tuvo que retrasar hasta el 23 de septiembre de 2020 debido a la pandemia”, explica este experto. “La inmensa mayoría de constructores no están formados sobre esta cuestión, mientras que, en otros países de nuestro entorno, como Renio Unido, Irlanda, o Bélgica, sí existe consciencia sobre este asunto e incluso hay planes de medición en las viviendas puestos en marcha por el Gobierno”.
RIESGO EN EL AIRE QUE RESPIRAMOS
El radón es un gas radiactivo que se produce de forma natural en el subsuelo, desde donde se evapora a la atmósfera. Está presente en grandes concentraciones sobre todo en los terrenos de composición granítica. Amplias zonas de España tienen esta problemática, como Galicia, Extremadura o las sierras de Guadarrama y Gredos, en Madrid. Al aire libre se diluye y no supone ningún riesgo, pero también se filtra al interior de los inmuebles a través de pequeñas grietas en sótanos y cimientos, donde se acumula en el aire que respiramos, sobre todo si no existe una ventilación suficiente. Tanto es así que el radón provoca cada año más de 1.500 muertes en nuestro país. Es la primera causa de cáncer de pulmón en no fumadores y la segunda en fumadores, para quienes el riesgo de contraer esta enfermedad se multiplica por 25. La propia OMS clasificó hace ya 33 años el radón como carcinógeno humano del grupo I.
Pero para evitar un riesgo primero hay que conocerlo, identificarlo y medirlo. La OMS recomienda una concentración de radón residencial inferior a 100 Bq/m3 (becquerelios por metro cúbico), y sin embargo el CTE fija ese valor límite bastante por encima, en 300 Bq/m3, “lo que supone una protección insuficiente para la salud de las personas que respiran ese aire durante muchas horas al día, cada día”, resalta el responsable. Por otra parte, la realidad es que en zonas muy graníticas no es infrecuente encontrar viviendas con rangos muy superiores, de hasta varios miles de Bq/m3, informa este experto. La web de Vivesinradon.org contiene un detallado mapa predictivo donde se puede consultar el nivel de riesgo de radón en cada zona de la Península, e incluso por municipios y por calles.
“La presencia de radón es una variable que debería formar parte de los parámetros de medición obligatoria de calidad del aire, tanto en viviendas como en lugares de trabajo”, asevera José Miguel Rodríguez. En esos casos, lo primero es consultar con un experto que evalúe la magnitud del problema y proponga técnicas de remediación. “Normalmente basta una pequeña obra menor para solucionar el problema. Lo importante es saber que existen técnicas para mitigar las altas concentraciones de radón en las viviendas”, añade.