Hotaru

Por: Silvia Monterrubio

Martín Sancia Kawuamichi publica Hotaru: La Última de las Luces.

Hotaru, novela japonesa, negra, bañada con cierto erotismo y toques alucinógenos, de Martín Sancia. Huso Editorial, 2021. Reseña de Silvia Monterrubio.

A veces ocurre que a la hora de confeccionar una reseña sobre una novela, uno se siente como un sastre ante su primera tela. Metros y metros de seda, algodón, estampados, hilvanes, hilos, tijeras y agujas. Tomar medidas, diseñar, deshacer una y otra vez… Emociones contenidas entre patrones de costura. En esta ocasión de letras. Y justo eso es lo que me ha ocurrido con “Hotaru”, novela escrita por Martín Sancia Kawuamichi, y que ha sido publicada por Huso editorial.

Son muchas las imágenes que todavía desfilan por mi cabeza, a pesar de haber terminado su lectura hace días. Me provoca tantas sensaciones diferentes y dispares, que me cuesta decidir de qué os hablo en primer lugar, e incluso cómo plantear la reseña. Desde qué perspectiva. Adentrarse en Hotaru es sumergirse de lleno por sendas que avanzan en paralelo esperando el momento en el que, por arte de magia o caprichos del azar, lleguen a converger. De la misma manera y con la misma ansiedad, uno, sin esperarlo, se encuentra perdido a través de caminos que confluyen desde el primer instante, y aún así, nunca llegas a sentir que coinciden plenamente, por muchas veces que se crucen. ¿Personajes cuyas vidas se ven forzadas por el destino? ¿Posee el destino la fuerza suficiente para llegar a transgredir los sentimientos en las personas? Lo que si tengo claro es que, cuando una novela está escrita para impactar, hay autores que sin duda saben cómo lograrlo.

―¿Mi mamá?

«Está muy enferma. hace nueve años tuvo un derrame cerebral y quedó muy deteriorada.
No puede caminar, usa pañales…»

―¿Tu hermana más chica cuántos años tiene?

—Siete años.

―Ah, la tuvo…

Dantori prefirió no seguir con el tema.

Atilio Iribarren era escalofriante.

Los lectores estamos habituados a encontrar textos que mantienen, por lo general, cierto equilibrio entre personajes. Les contaré que, en un principio, cuando llevaba solo unos cuantos capítulos, tuve la sensación de que existía un singular desequilibrio entre ellos y pensé que tenía que tener algún sentido. Según fui leyendo, a medida que transcurría la trama, me di cuenta que este sastre de las letras que es Kamawichi, estaba consiguiendo realizar un excelente diseño para el que mezclaba tejidos totalmente incompatibles, logrando una pieza final única. Y no solo eso, sino también equilibrada.

Sobre alguno de los personajes principales os diré que a manos de sus dos protagonistas femeninas, Kaede y Maeko —que ya desde las primeras páginas el autor nos desvela un importantísimo dato en relación con ellas— nos embarcamos en una serie de sucesos contra todo pronóstico, que provocarán en el lector, como mínimo, un sentimiento de extrañeza, de sorpresa, de querer gritarle en todo momento al personaje a modo de advertencia.

«Maeko seguía siendo igual de servicial con ella, igual de eficiente, pero ahora se tomaba atribuciones que iban más allá del trato entre una geyko y su asistente»

Kaede, enamorada y fiel, regresa a Japón a los doce años, tras haber vivido y estudiado en Buenos Aires. Pocos años después y tras un trágico accidente que supondrá un antes y un después en su vida, decide emprender su aprendizaje para convertirse en geiko. Esta decisión provocará que Carlos Dantoni, su gran amor de la escuela, con el que seguía manteniendo correspondencia desde su marcha, se desilusione y decepcione de ella, no volviendo a responder a ninguna de las cartas que Kaede continuará escribiéndole a pesar de la actitud de él. Pero la vida hará que vuelvan a encontrarse. A menudo sucede que todo lo que parecía estar colocado en perfecta armonía, se descoloca de nuevo. Kaede emprenderá un viaje en busca del verdadero amor, de su propia identidad, de su felicidad, pero… ¿realmente su decisión será la acertada? ¿O más que búsqueda lo que emprende es una huída?

“Cómo era posible que Kaede atravesara el mundo para reencontrarse con alguien que solo había existido en un sueño de Gion Kobu, alguien que solo podía ser soñado en la calle de las flores”

Maeko irrumpe en la vida de Kaedo de una manera supuestamente casual a los ojos de ésta última, pero todos sabemos que, en ocasiones, detrás de aquello que en un principio apunta a estar provocado por el azar, existe realmente una auténtica trama y manipulación de hechos y encuentros, que dista mucho de lo que el destino, tal vez, tuviese planeado de manera natural. En mi opinión, a través de este personaje, el autor nos adentra en lo más perturbador de la mente y nos hace plantearnos algunas cuestiones. ¿Hasta dónde se permite uno llegar por una obsesión incontrolada? ¿Hasta dónde nos permiten los demás, y por qué?

«Se desnudó.
Buscó pintura labial.
Se pintó los labios.
La besó no solo en el cuello, sino también en las partes íntimas, en donde se preocupó de que las huellas labiales fueran más untuosas, más intensas…»

Carlos Dantori. Para analizar el personaje, su personalidad , hemos de hablar necesariamente de política, más concretamente de peronismo. Movimiento al que Dantoni se une y que guiará sus actos. Marcará su actitud ante la vida, en definitiva. Luchará por sus ideales hasta el final, sobreponiéndose al miedo, a las dudas, a la incertidumbre. Teniendo que superarse así mismo. Planificando y participando de manera activa en un importante secuestro. Lo curioso es que, una vez que tienen a la secuestrada en su poder, se encuentran con una situación tan sorprendente como atípica. La víctima del secuestro no se comportará como habían imaginado, ni resultará ser tan víctima como ellos pensaban que sería, o quizá sí, pero desde luego no solo por el secuestro.

«Tuvo, de inmediato, miedo a morir, y se sintió un cobarde, caminando hacia atrás […] Por más que se escapara, por más que llevara su cobardía al límite de lo soportable, solo lograría durar una o dos horas más. Ya ni siquiera la cobardía era una opción»

“Hotaru” significa luciérnaga en japonés (ホタル). Son parte importante de la novela, al menos es lo que a mí me ha transmitido. He encontrado en las Hotaru un mensaje casi subliminal. Entendiendo su participación en momentos determinados como símbolo de esa luz de esperanza que el alma y el corazón necesitan en momentos clave para seguir sobreviviendo. Como parte fundamental de los sentimientos que, pudiendo haber sido puros, todo luz, están condenados a extinguirse, a apagarse, o lo que es peor, a vivir en una continua oscuridad. Como si las Hotaru formasen parte esencial de esa libertad que, en ocasiones, condenamos por amor.

«Mientras ellos comían y jugaban, Maeko se había dedicado a liberar a todas sus luciérnagas, las había dejado salir de la casa por la ventana de su habitación, y por eso la gente se había acercado. Para ver el espectáculo. la casa rodeada de bichitos de luz»

Su autor, Martin Sancia, nos recrea una historia con tintes de novela negra, en donde alguno de sus personajes no tienen el más mínimo reparo en llegar hasta donde sea necesario para conseguir lo que desean, o al menos, para no distanciarse de aquello que, de manera egoísta y obsesiva, consideran que les pertenece.

Por otro lado, nos muestra la manipulación a las que son sometidas muchas personas cuando la corrupción de la política entra en juego y tiene todas las de ganar. De qué manera, relativamente sencilla, uno puede comprar el silencio de otra persona, o qué rápidamente le ponemos a la ética profesional el color y la forma del dinero.

Una trama con personajes variopintos, que se ven envueltos en situaciones dramáticas. Novela de enredos políticos. Pulgares amputados. Ancianas peronistas devotas que hacen mates y guisos con el agua bendita. Periodistas que convencen mintiendo más que cuando dicen la verdad. Una historia de secuestros, sobornos, abuso de poder. Relaciones sexuales amorales. Incesto. Secuestradores que entran en pánico. Deseo físico que sobrepasa los lazos familiares. Pero como siempre, por debajo de todas esas capas, encontramos al amor como motor que remueve e impulsa los instintos más primarios. El amor como opción de algo, o única posibilidad de un todo. El amor como luz o como oscuridad, como salvación o como eterna condena.

Ya comenté al principio de esta reseña que Martín Sancia Kamawichi ha logrado crear una obra única, con un montón de telas, diseños y retales, digno de ser lucido en cualquier evento. Un texto, en este caso, merecedor de ser leído y disfrutado por cualquier tipo de lector. Hotaru, como novela, puede convertirse en la mejor de las amantes con la que compartir un delicioso espacio de tiempo antes de dormir.

 

 

Martín Sancia Kawamichi nació en Buenos Aires, Argentina, en 1973. Estudió el Profesorado de Lengua, Literatura y Latín en el IES Alicia M. de Justo y Realización Cinematográfica en el CIEVYC.

Aunque también ha incursionado con éxito en la literatura infantil, han sido sus novelas dirigidas al público adulto las que lo han convertido en una de las figuras más relevantes del panorama literario argentino de los últimos años. La primera, Hotaru, obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Novela Negra BAN! de Extremo Negro y ya en abril del 2017, Evaristo Editorial publicó la segunda, Shunga. Su obra teatral El desamor resultó ganadora del Concurso de Dramaturgia TBK 2016/2017 y, posteriormente, también Evaristo Editorial publicó sus cuentos para adultos en el volumen Este pálido mundo mío (2018) y su tercera novela Sugøkusë (2019).

Entre sus obras anteriores se encuentran también Breves historias de animales sabrosos, engreídos, enamorados, malditos, venenosos, enlatados, tristes, cobardes, crueles, espinosos… (y otras historias) (Random House, 2009), Los poseídos de Luna Picante (Segundo Premio Sigmar de Literatura Infantil y Juvenil 2014) y 25 tarántulas (Editorial Sigmar, 2016). Su novela Todas las sombras son mías obtuvo el Primer Premio Sigmar de Literatura Infantil y Juvenil 2017. En 2018 se editaron en Bolivia, por Otero Ediciones, su novela juvenil Anchoa y su libro de cuentos infantiles de enigmas detectivescos Cosquillas en la oscuridad. Actualmente, dicta talleres literarios de Literatura para niños y adultos.