Sánchez desprecia a los españoles y a la democracia

Por: José Antonio Martínez

No es ninguna novedad, ni sorprende, pero conviene subrayar que Pedro Sánchez desprecia a los españoles, a las instituciones y a la democracia misma a juzgar por su comportamiento, impropio de un dirigente político, que sólo persigue mantenerse en el poder al precio que sea.

Todavía resuena el coro de turiferarios del líder socialista cuando todos a una acusaban a Alberto Núñez Feijóo de hacer perder el tiempo a los españoles por demorar un mes su fallido debate de investidura, cuando la fecha del mismo la fijó la nueva presidenta del Congreso, Francina Armengol, tras pactarla con el propio Sánchez en una clara demostración de sometimiento al poder ejecutivo. Hoy, cuando ya se han  cumplido más de dos semanas de la designación de Sánchez por el Rey para intentar la investidura, nada se sabe de la fecha de celebración del debate. Tan sólo que será antes de 27 de noviembre, día del calendario que servirá para convocar nuevas elecciones si Sánchez no logra los apoyos para seguir en Moncloa. De nuevo una clara demostración de las diferentes varas de medir que aplican los socialistas.

Otra muestra del desprecio que siente Sánchez por los españoles es la opacidad y secretismo con que está llevando las negociaciones con los veintantos partidos que abarcan desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha -amalgama a la que bautiza como fuerzas progresistas- y que si trasciende algo es por la claridad con que exponen sus exigencias sus socios. Si sabemos que Sánchez está negociando y pactando la ilegal amnistía a los golpistas catalanes y el posterior referéndum independentista en Cataluña es porque así lo ha proclamado el prófugo Carles Puigdemont, además de Junqueras y Aragonès. Éste último hasta acudió al Senado para dejar claras sus exigencias, humillando al mismo tiempo a Sánchez, quien no acudió a la sesión para no tener que admitir públicamente que está dispuesto a todo -aunque sea ilegal e inconstitucional- con tal de seguir en la Moncloa. Su clamoroso y cobarde silencio ya quedó patente cuando renunció a dar la réplica a Feijóo en su debate de investidura en el Congreso.

Si estos comportamientos no son suficientes para demostrar ese desprecio que siente el personaje por los españoles y la democracia -que se cree por encima de todo y de todos- la foto de la infamia que protagonizó al reunirse con la representante del partido de los herederos de ETA suponía una bofetada a las víctimas del terrorismo, entre las que se cuentan numerosos militantes y dirigentes socialistas. Pero a Sánchez no le frena ninguna línea roja porque es un personaje que no tiene principios, ni valores.

¿Se dará cuenta algún día que no todo vale en política? ¿De verdad no es consciente de que no se puede pactar con herederos de ETA, ni con golpistas separatistas, ni con prófugos de la Justicia, ni siquiera con quienes no condenan los salvajes atentados terroristas de Hamás contra Israel, mientras acusan a las víctimas de buscar el genocidio de los palestinos? Un líder que ha perdido las elecciones y que para intentar seguir en el poder tiene que recurrir a socios que lo único que les úne es su odio a España no es digno de representar a los españoles.