Una estafa celestial

Por: David Lavilla

Una persona se ha hecho pasar por Jesucristo y le ha dicho a una anciana que, si quería ver en la otra vida a sus padres y a su marido, lo mejor y lo más rápido era ingresar todo su dinero en el ‘Banco del Cielo’. Que viene a ser algo así como hacer phishing, pero de forma divina.

No. No se trata de una broma. Ni del ‘remake’ de la película ‘Una estafa celestial’, de Scott Brignac. Esa en la que dos hermanos querían timar a un millonario depresivo diciéndole que le iban a presentar a Dios para sacarle de su agujero mental. En esta esta ocasión, para engañar a la pobre abuela, el estafador -de mala fe- la llamaba por teléfono diciendo que era el propio Jesús para exigirla el pago religioso de unas cantidades elevadísimas para poder colmarse ella de gloria y el prenda de parné. 

Pero no nos sorprendamos a estas alturas, porque como estas hay muchas todas las semanas. De hecho, estos días atrás, por ejemplo, hemos sabido por la prensa que una mujer en Granada también ha sido camelada por un tipo que hacía pasarse por Brad Pitt. Lo que aún no sabemos a ciencia cierta es si el chorbo era tan guapo como el bueno de Brad. Eso sí, podemos llegar a afirmar que de geta el muchacho tampoco iba nada mal. De hecho, le llegó a sisar a la señora ciento setenta mil euros para que fuera su barragana y, de paso, hacer una película con él.

Así que, claro, noticia va, noticia viene, de lo que podemos estar muy seguros ya a estas alturas es de que el fraude vía online cada vez está más en boga. Sobre todo, porque la comunicación virtual puede jugarte muy malas pasadas. Y da igual si andas canino o eres millonario. O si tienes muy baja la autoestima o si estás muy subido de moral.

Justamente, al hilo de esto del endiosamiento, decía el propio psiquiatra francés Jacques Lacan que el ego centralizado tan solo es una ilusión porque emerge de lo lingüístico. Y ya se sabe que lo que se construye con palabras puede distorsionarse tanto como lo hace la propia mirada en el espejo. Y es que mientras no se tengan los pies bien pegados a la tierra, cualquiera podría ser la víctima de una estafa celestial.