Feijóo no ha ganado las elecciones

Por: José Antonio Martínez Vega

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, haría bien en no confiarse de cara a las elecciones generales del 23J pese al éxito del PP en las municipales y autonómicas porque él no ha ganado esos comicios; los ha perdido Pedro Sánchez, a quien han castigado los españoles, hartos de su forma radical de gobernar.

Sánchez asumió grandes riesgos el 28M al decidir protagonizar la campaña, desplazando a los candidatos socialistas. Planteó los comicios como un plebiscito sobre su persona y se achicharró en las urnas. Por el contrario, Feijóo acompañó a sus candidatos sin eclipsarlos, aunque también centró la campaña en temas de política nacional aprovechando el declive de popularidad del inquilino de la Moncloa. Finalmente, el PP ganó las elecciones con una diferencia de 750.000 votos sobre el PSOE, remontando el millón y medio de votos que le sacó ese partido en las elecciones de 2019. Una gran victoria del PP, sí, pero en la que se aprovechó de la debacle de Ciudadanos y del tirón de candidatos como Isabel Díaz Ayuso, que arrolló a todas las fuerzas de izquierda en Madrid, hasta alcanzar la ansiada mayoría absoluta que le permitirá gobernar sin ataduras.

Es evidente que Feijóo tiene todo el viento a su favor. Sin embargo, no debería caer en triunfalismos porque pese a la clamorosa derrota de Sánchez éste no ha sido desalojado aún de la presidencia del Gobierno. Sánchez es un personaje que no tiene escrúpulos con tal de seguir en la Moncloa. Una prueba clara es su reacción convocando las elecciones generales en pleno verano, olvidando su promesa de acabar la legislatura. Sánchez sabe que tiene muy difícil ganar el 23J, pero una cosa es ganar y otra sumar apoyos para gobernar. Con su maniobra para celebrar elecciones en plena escapada vacacional de los españoles es obvio que busca desanimar al electorado, desinflando a ser posible los ecos de la victoria del PP. Lo apuesta todo a repetir el ‘Gobierno Frankenstein’, convencido de que cuenta con sus socios de Bildu, PNV y Esquerra. Falta por despejar la incógnita de los partidos de extrema izquierda. Todo depende de si Sumar, Podemos y sus mareas logran un acuerdo para acudir juntos a las elecciones. A esa coalición se encomienda Sánchez.

Por todo ello, Feijóo tiene un gran reto ante sí. En la sede de la calle Génova ya se trabaja en una campaña continuista del 28M, en la que apelarán al voto útil para frenar al ‘Gobierno Frankenstein’ que tan bien les ha funcionado. No obstante, el PP y su líder tienen un difícil panorama porque aunque tienen al alcance gobernar en seis Comunidades Autónomas y 18 capitales de provincia que estaban en manos del PSOE necesitan el apoyo de Vox. Aunque sus pretensiones son dejar las negociaciones para después del 23J, Feijoo no va a poder eludir la presión mediática y política y tendrá que mojarse. Sus votantes no entenderían que el PSOE retuviera el gobierno de algunas CCAA o de importantes Ayuntamientos por la falta de acuerdo entre PP y Vox. La verdad es que es difícil de entender los mohínes de Feijoo ante posibles alianzas con el partido de Abascal. Si es por los ataques del PSOE y Podemos tiene fácil respuesta. Bastaría con recordar las alianzas de Sánchez con los bilduetarras, los separatistas catalanes y los comunistas trasnochados. Al fin y al cabo Vox es un partido que respeta la Constitución, como se demostró cuando recurrió ante el TC la ilegalidad sanchista de cerrar el Parlamento y de decretar la reclusión domiciliaria de los españoles durante la pandemia del Covid. 

Lo que no es de recibo en ningún caso son los guiños de Feijóo al PSOE de Sánchez, a quien le sigue ofreciendo incomprensibles pactos como el de que gobierne la lista más votada. Que aprenda de su candidata en Extremadura, María Guardiola, quien durante la campaña del 28M respaldaba esa estrategia de su jefe y ahora la rechaza porque tiene al alcance de su mano poder gobernar con el apoyo de Vox, pese a que quien ganó las elecciones fue el PSOE. Todo un ejercicio de pragmatismo político. Así pues, Feijóo encara unas elecciones en las que tiene la oportunidad de desalojar a Sánchez del poder, derogando además, como proclama, las nefastas leyes del sanchismo. Sería una pena que no aproveche este momento histórico por sus escrúpulos a pactar con Vox. Si pierde no tendrá otra oportunidad y condenará a los españoles a seguir siendo gobernados por un totalitario que no hace ascos a tener como socios a todos los partidos antisistema.