Sánchez, así no

Por : José Antonio Martínez Vega

La propaganda socialista está tan engrasada que el PSOE ha hecho creer a muchos españoles que ha ganado las elecciones generales del 23-J en un claro signo de soberbia y desprecio no ya al PP, auténtico ganador de los comicios, sino a la democracia misma. Pedro Sánchez se postula para una investidura ilegítima, al convertirse en rehén de todas las fuerzas que quieren romper España. Es inaceptable que Puigdemont y Otegi decidan el futuro de la nación.

Sólo han pasado dos semanas desde la celebración de las elecciones y algunos ya han olvidado los resultados. Sí, el PP de Feijóo ganó los comicios con 137 escaños en lo que se considera una amarga victoria por lo insuficiente de la misma, ya que no alcanza la mayoría absoluta ni con Vox. El PSOE de Sánchez resistió y no fue barrido como auguraban las encuestas y celebraba anticipadamente la derecha. Sacó un millón de votos más que en 2019 y 121 escaños. Si en aquélla ocasión muchos españoles pudieron sentirse engañados por Sánchez, ya que se alió con el Podemos de Pablo Iglesias y pactó con Bildu pese a negarlo sistemáticamente, hoy podría decirse que Sánchez ha recibido el aval de 7,7 millones de españoles a su política de alianzas, incluyendo la mantenida con las fuerzas separatistas catalanas, a cuyos cabecillas del golpe secesionista de 2017 indultó pese a que había prometido que no lo haría.

Con estos mimbres, Sánchez se siente fuerte y respaldado para volver a intentar formar un gobierno Frankenstein 2. En su euforia postelectoral proclama: “Somos más”, a sabiendas de que no es cierto. El PP y Vox suman prácticamente los mismos votos que la izquierda. Pero Sánchez no tiene reparos en autopostularse para la investidura como presidente, presionando al Rey Felipe, que es a quien corresponde designar un candidato. ¡Menuda papeleta la del Monarca! Decida lo que decida, proponga  a Feijóo o a Sánchez, le lloverán las críticas y/o los ataques. 

Si hubiera que seguir la pauta histórica, el designado para someterse a la investidura del Congreso debería ser Feijóo por el hecho de liderar el partido que ha ganado las elecciones. Aunque no parece que pueda conseguir los votos suficientes, está en su derecho de presentar su programa de gobierno. Luego ya se verá el resultado. Sin embargo, esta posibilidad es negada radicalmente por el PSOE y sus socios, que alegan que es Sánchez quien tiene los votos suficientes para formar Gobierno, aunque haya perdido las elecciones. Sería la primera vez desde la Transición que un perdedor se somete a la investidura. Dan por supuesto que cuentan con el apoyo de nada menos que 20 partidos, incluidos el del prófugo de la justicia Carles Puigdemont y el de los herederos de ETA. Otra cosa es ver cómo acaba esa partida de póker entre el aspirante a seguir en La Moncloa y sus acreedores.

 

¿Es tan irresponsable Sánchez

que no duda en echarse en brazos

de todas esas fuerzas políticas

cuyo fin primordial es la ruptura de España?

 

Y aquí radica el meollo de la peliaguda situación salida de las urnas. ¿Es tan irresponsable Sánchez que no duda en echarse en brazos de todas esas fuerzas políticas cuyo fin primordial es la ruptura de España? Porque lo que ya se han apresurado a reclamar tanto ERC, como Junts y Bildu son los referéndum de independencia de Cataluña y País Vasco, además de la amnistía para los participantes en el golpe secesionista catalán. Son dos cuestiones ilegales hoy por hoy. Si la ley no lo contempla, ¿cómo lo resolverá Sánchez? Porque es evidente a estas alturas que el líder del PSOE aceptará todo lo  que se le reclame con tal de seguir aferrado al poder. 

¿Es ética esta postura? Puede que a Sánchez eso no le asuste dada su absoluta falta de principios y valores, pero hay antiguos dirigentes y gobernantes del PSOE a quienes sí les preocupa esta delicada cuestión. Nicolás Redondo, portavoz de un colectivo que agrupa a algunos de ellos, además de ex ministros como Belloch, Virgilio Zapatero y Corcuera, ex presidentes autonómicos como Leguina o Rodríguez Ibarra, ex embajadores como Francisco Vázquez, etc. no han dudado en criticar la deriva totalitaria de Sánchez, así como sus políticas frentistas y sectarias. El último en salir a la palestra es Tomás Gómez, ex secretario general del Partido Socialista de Madrid, quien ha propuesto dejar gobernar al PP por haber ganado las elecciones -en la línea planteada por el propio Felipe González- pero se lamenta de la fase de “debilidad interna” que atraviesa el PSOE, fruto de silenciar a los órganos de control interno, lo que desemboca en que a Sánchez “no le controla nadie” en su ejercicio absolutista del poder.

Esa deriva autoritaria de Sánchez le lleva a enrocarse y desoír los planteamientos que le hacen algunos de explorar un pacto entre los dos partidos mayoritarios para garantizar la estabilidad institucional. Es evidente que lo único que pretende es seguir ejerciendo el poder aunque para ello tenga que vender nada más y nada menos que la unidad de España. Pero no todo puede valer en política.  Alguien tendrá que decirle que así no se debe intentar gobernar porque a no tan largo plazo lo pagaremos los españoles.