Los progres de Sánchez: De Otegi a Puigdemont

Por: Félix Rosado

El PSOE ha conseguido que el discurso de que ellos son progresistas cale en buena parte de los ciudadanos, como si ellos fueran los buenos y, todos los demás, los malos. Pero de progresista, este PSOE, tiene poco, y sí mucho de retro-gresista y, sobre todo, ambición de poder por el poder por interés particular, que no general. 

A no ser que sea convertir este progresismo en más ruedas de molino a tragar, como beneficiar a golpistas, terroristas no arrepentidos, okupas, reducir las penas a agresores sexuales de mujeres (mientras se declaran más feministas que nadie) y pederastas, y, sobre todo, pactar a toda costa con quien sea y al precio que sea para atornillarse a la poltrona; luego dicen que el actual presidente en funciones es un autócrata, qué van a decir, cuando parece tener todos los tics del ordeno y mando. Ahí está la retahíla de decretazos de los últimos cuatro años, las injerencias en la Justicia, los desórdenes y derroches económicos -que se pagarán en el futuro-, la falta de transparencia y las argucias para mentir a diestro y siniestro y luego decir que no miente, cuando sólo hay que repasar tantas embusterías en las hemerotecas. De la noche a la mañana dio un volantazo a la causa del Sáhara, sin consultar con nadie, con una decisión personalísima propia de un caudillo cualquiera. La lista de mentiras de este cuento moderno de Pedro y el lobo es larga.

Claro que el origen está en el radical Zapatero, el primero que devolviera al país al cainismo más rancio, con un discurso propio de los años veinte del siglo pasado.

Los aparatos de propaganda han trasladado a la publicidad las técnicas más sofisticadas de manipulación de la mente, repitiendo una mentira mil veces, parece que es verdad, de manera que los receptores perciben señales distintas a la realidad. Esto está muy estudiado en el campo de la publicidad y no va a cambiar, a no ser que los receptores sean personas autocríticas, razonadoras, filtradoras y analizadoras de lo que es y lo que no es, cosa difícil con el actual sistema educativo español donde no se premia el esfuerzo de aprender, ni el de instruirse por el bien propio. No se enseña, sino que se regala la estancia en los institutos para llegar a casa con un progresa adecuadamente o pasa de curso con suspensos o sin ellos para que todo sea igualdad, con esa consigna tan dañina  para la libertad individual.

Este socialismo y comunismo español está en la ideología de dar y repartir sin fomentar, ni favorecer, la creación de riqueza en todas las capas sociales, está en quitárselo/robárselo a los que producen, ofrece pagas y prebendas, sin razón ni consideración alguna más que agendas futuras del 2030, con promesas y palabras vacuas, con acciones que perjudican las transiciones elementales, impuestas a golpe de fechas y sin contar con los recursos económicos de las clases populares, como el obligado cambio de coche, del que tiene la mayoría de la población, de combustible, al muy caro eléctrico, por poner un ejemplo, y, por cierto, como si las baterías no fueran contaminantes.

O como la ahora pregonada herencia universal para la juventud: tomad, 20.000 euros por la cara; espero que de ser así, sea retroactivo (ah, que palabra tan usada, qué bonita la retroactividad) y así podamos recibir los 20.000 euros todos y cada uno de los españoles, sin más razón que la de haber sido también jóvenes, ¿o no?

Bueno, bueno, qué país nos está quedando, estoy hablando de “este país”. 

El presidente socialista que arruinó a España cuando decía que estábamos en la Champions, aquel Zapatero, también mentiroso, bajó el sueldo a los funcionarios y congeló las pensiones, eh, ¿no se acuerdan?, fue en mayo de 2010, pues se pasea por el globo con sueldo de ex presidente (a nadie le premian por hacerlo mal, sólo a los políticos) pese a haber dejado a España en su día como un erial. Pero, pero… luego se culpa al Gobierno que le siguió, el del PP, el que tuvo que gestionar la herencia, el descosido económico, el agujero del Tesoro público de un manirroto y pésimo gobernante, el exdiputado Zapatero. Pero ahí le tienen, dando lecciones de progresismo en Venezuela, un país rico años ha y pobre ahora raptado por un socialismo caduco y empobrecedor.

A Zapatero le sucedió Sánchez, un tipo con el mismo maquiavelismo político que, según algunos, es muy listo, hábil y no sé cuántas cosas más, cuando se trata de una persona sin escrúpulos que, alardeando de socialismo e igualdad, se comporta (por sus hechos los veréis), como un multimillonario capitalista que hace uso del poder a su antojo, aunque luego, claro, habla de cenáculos y oscuras conspiraciones, en realidad, a él sólo le falta el puro, ya que lo de todo a gastos pagados, coche oficial, avión privado y smokings no le faltan; así es fácil ser socialista de salón. Antiguamente había diputados que venían de la mina y tras su paso por el Gobierno regresaban a su trabajo. O presidentes serios, durante el mandato y cuando cesaron en el poder, como Adolfo Suárez. Eran los tiempos en que dar la mano o dar tu palabra tenía un valor. ¿Cuál es la palabra de este Gobierno? ¿Creen que, observando su pasado reciente, cumplirá lo que diga que va a hacer, incluso aunque lo firme? Engañará hasta a la Unión Europea, y si no, al tiempo.

Además, está metiendo una deuda al país que eleva ya la cosa a 1,5 billones de euros, ¡bah!, migajas –para los socialistas el dinero es infinito y además si es público no es de nadie, bueno, ¡es suyo!– y eso supondrá que hay que pagar ¡miles de millones en intereses! ¡Qué más da! Ya lo pagarán las nuevas generaciones, esas a las que ahora da 400 eurillos y que, paradójicamente, no tendrán pensiones porque estos gobiernos actuales, insensatos y temerarios, ya se encargan de que los jubilados de hoy cobren más por la pensión que millones de trabajadores, muchos de ellos jóvenes, que son mileuristas… Es sólo cuestión de demografía y matemáticas, por mucho que esta izquierda, la española (que no la socialdemócrata alemana), lo ignore.

Ver para creer, hundir un país, una región, un municipio, tendría que estar penado, sí, y duramente. Pero hay responsables que encima cobran de por vida emolumentos escandalosos, pero ¿esto quién se lo explica a la gente? Exministros, expresidentes, consejeros de Estado… ¡quien vuelve a ser forense si se puede ser senador!

Aquí, lo fácil es decir: ¡qué vienen los fascistas, que viene la ultraderecha! 

Hay que seguir engañando al estilo peronista, que una vez en esta senda, ya no hay salida, pobres siempre, pero agusto votando “progresismo”.

El primero, el PSOE actual, se dice progresista pero tiene mucho de retrógrado: sus antecesores socialistas firmaron el pacto de la Transición, el olvido del guerracivilismo y trajeron la democracia a España de la mano de Juan Carlos I, hoy día defenestrado… mientras el prófugo y golpista Puigdemont tiene en su mano hacer presidente al insensato Sánchez, al que se le llena la boca de maniqueismo: PP y Vox son extrema derecha, pero… ¿el PNV, partido nacionalista y de derechas, y Junts, independentistas liderados por un golpista, Puigdemont, son progresistas? 

¿Por qué el PSOE actual rechaza un gobierno de concentración, de gran coalición, con el centro derecha, con el PP? Pues porque este PSOE es radical, no es progresista, no es socialdemócrata, sino que se aprovecha del eterno cainismo de las dos España, que ya cantó Machado.

Además, este PSOE considera progresistas -o eso es lo que vende- a las siguientes formaciones: 

 

–El partido de Otegi, Bildu, un grupo separatista extremista, con un pasado ligado al brazo de ETA, hasta el punto de que en elecciones locales, este año, ¡este año!, coló en sus listas a 44 condenados por terrorismo. Corresponsable del éxodo vasco, de la fuga de miles de vascos de su tierra. Una región, comunidad, territorio o como lo quieran llamar en la que nacieron. Debe ser que la coacción y el acoso es progresismo.

–El partido de Puigdemont, un prófugo de la Justicia que provocó un levantamiento golpista, vía administrativa, y en menor medida violento, pero también -recuerden la Barcelona ardiendo- y que causó la fuga de miles de empresas de Cataluña, además de separar a los catalanes entre buenos y malos, por querer imponer un posicionamiento xenófobo, etnoterritorial y de control político educativo en una tierra con dos lenguas propias y oficiales, el español y el catalán, que pertenecen a todos los catalanes.

-El partido de Junqueras, ERC, izquierda radical que aspira igualmente a la independencia de Cataluña, bueno, de la mitad de Cataluña, porque más de la mitad de los catalanes, obviamente, no quieren la independencia -España es su país- y perderían todos los derechos como nacionales y europeos. No les importa. Son corresponsables del golpismo y del daño a miles de empresas y personas que sufren la falta de libertad de elección en su propia tierra, en lugar de promover la convivencia y el progreso común.

-El PNV, un partido nacionalista, pero de derechas. O sea, según las conveniencias socialistas, el PP es calificado como extrema derecha o derecha extrema, pero los peneuvistas con aspiraciones soberanistas son progresistas.

-Sumar: un partido liderado por una comunista, lleno de simpatizantes de la dictadura de Cuba, país hundido en la miseria después de más de medio siglo de represión, sin democracia, y también de afines al socialismo corrupto y totalitario de Venezuela. Un comunismo progre, viendo lo que predican y lo que hacen, o sea progresismo de caviar, el cómo ser comunista y aprovecharse de los beneficios de vivir en un país libre y capitalista. Desde luego, no se ve a los comunistas huyendo hacia esos pretendidos paraísos comunistas.

Pero en lugar de concordia con las mayorías sociales, se aferran a la dictadura de minorías reaccionarias y abusadoras de imposiciones -con la excusa de la libertad ahogan la de los que no piensan como ellos. Y el eslogan de los zurdos es que los malos requetemalos son el partido constitucional de Vox y el PP, a los que el PSOE llama extrema derecha y derecha extrema, otra vez con esos mensajes simplones.

Los socialistas gritan que viene el lobo, pero el lobo lo está metiendo Sánchez dentro de su redil.

Para qué va a dar cabida a la mitad del resto de España, a 11 millones de votantes de centro derecha ¡para qué! pudiendo gobernar a trote y moche con el chantaje de los separatistas minoritarios. El resto de españoles, demócratas, incluso votantes socialistas de Extremadura y Castilla-La Mancha, por ejemplo, que sabrán por qué votan a favor de estos independentismos, vía Sánchez, pues dirá que se fastidien, pero este fastidio escrito con J, o sea que se jo… porque al final, lo que le vale, es que él sigue en la Moncloa. Bienvenidos al Gobierno de los progres.